Se abre la sesión,

11 dic 2014

"La elegancia del erizo" Muriel Barbery

Hace un par de años, mi madre decidió comprarse este libro. Como prácticamente todo lo legible que aparece en mi entorno, llamó mi atención y lo estuve hojeando, pero lo descarté en busca de proyectos más interesantes. Poco después, mi madre consiguió convencerme de que lo leyera y ahí que fui, sin estar nada preparada para lo que me iba a encontrar. Creo que puedo decir, sin exagerar demasiado, que este librillo es la cosa más bonita que he leído nunca. Maravilloso, inteligente, intimista... una delicia para el lector más exigente.
Hace poco, lo vi encima de una mesa y, sin querer, volví a caer dentro de sus páginas y no pude salir hasta que lo acabé otra vez. Por eso, ahora me gustaría presentar con todo mi corazón al mundo entero "La elegancia del erizo".


Este libro se podría inscribir dentro del grupo de los dramas realistas contemporáneos, situando su acción en un edificio de bien de una calle de París. El contexto viene a ser más o menos sencillo: un edificio de pisos de ricos, con todo lo que esto conlleva: chismes de las señoras, criados, apariencias, superficialidad... algo que no se diferencia demasiado a lo que hacen los pobres, salvo que los ricos tienen más tiempo para dedicarse a ello y lo hacen de una manera más lujosa.

Y en medio de este lujo transcurre la vida de dos almas gemelas, que, aun sabiendo quién es la otra, aún no se conocen realmente. El argumento cuenta dos historias paralelas pero íntimamente relacionadas: la historia de Paloma Josse, una niña de 12 años, hija de una de las familias ricas, y la de Renée Michel, la portera del edificio (el nº 7 de la calle Grenelle). Renée, más conocida como la señora Michel, es "el ancestral arquetipo de portera". Se describe como una mujer de espalda encorvada, la cintura ancha, las piernas cortas, los pies torcidos, el vello abundante, los rasgos toscos, sin gracia ni contornos... pero tiene algo que nadie relacionaría con una vulgar portera: sabiduría, inteligencia y una sensibilidad artística y comprensión del entorno que rivalizarían con las del erudito más consagrado. También es clandestina: al entender que ese hambre intelectual  no es propio de su clase, decide esconderse en su rol de empleada gruñona y desarrollar su mente sin ser molestada.
Paloma, como ya se ha dicho, es una niña de 12 años, que sorprende desde la primera intervención que tiene en el libro al declarar sin ningún tipo de ademán que el día que cumpla 13 años se suicidará. ¿Por qué? Bueno, pues porque Paloma es poseedora también de una inteligencia superior, que, sumada a su manera de ser analítica y contemplativa, ha hecho que vea la vida adulta como un sinsentido y sinsabor, y no ve motivos para llegar a ella. Pero lo importante no es cuándo o cómo se muera, sino lo que se esté haciendo en ese momento, y Paloma quiere morir habiendo recopilado el máximo número de ideas profundas, escalando su personal Everest.
El encuentro entre ellas dos se verá motivado por el señor Ozu, nuevo inquilino del edificio, que llegará revolucionando las vidas de los tranquilos habitantes del nº 7 de la calle Grenelle.

La danza del día a día de estos dos personajes y el encuentro entre ellas es lo que conforma el libro entero, que logra conmover al espectador y hacerle comprender a los personajes con una fuerza increíble. Pero no quiero detenerme demasiado en esto, ya que podría emplear multitud de horas y páginas a describir y desgranar los fascinantes personajes que hacen su aparición en esta obra. Merece la pena, no obstante destacar a dos de los secundarios: Manuela Lopes, inmigrante portuguesa y asistenta de varias familias del edificio. Muy amiga de Renée, Manuela lleva dentro una aristócrata, una reina. Los modales y las formas enérgicas, que nacen en ella con una naturalidad impropia también de su condición, y que no han sido ahogados por nacer y vivir en la pobreza y el ingrato trabajo de "quitar el polvo" de las casas de los ricos.
El segundo, en el que se hace el hincapié justo y necesario, pero que yo considero importante, es Lucien, el difunto marido de la señora Michel. Pese a ser inculto y casi analfabeto, tiene ingenio y habilidad para los trabajos manuales y es buena persona. En mi opinión, representa un papel imprescindible para Renée, aparte de ese tipo de inteligencia instintiva, no académica, pero igual de válida que ésta.
En cuanto a características técnicas y lingüísticas, esta novela posee una corrección intachable. Con un lenguaje delicado y cuidado que contribuye a embellecer el ya de por si hermoso relato. No es algo que se note a simple vista, pero incluso las propias Renée y Paloma hacen una especial mención al mundo de la lingüística y la gramática como arte, revelando las intenciones estéticas (a parte del objetivo común de contar una historia) que la autora detenta.

¿En contra? Bueno, seguro que si me siento y me como la cabeza durante horas podré encontrarle fallos. Pero ahora mismo me es muy difícil. Quizás no termina de ser comprensible la aprensión de Renée hacia la vida y la "movilidad social", especialmente dado su carácter de superviviente. Y puede que los ambientes se vean demasiado poéticos para ser el mundo real. O se podría echar de menos un poco más de desarrollo hacia la persona del señor Ozu, o incluso una pequeña pista de lo que sucede después... pero son puntillas insignificantes. Lo cierto es que es un libro precioso.

No se lo recomendaría a nadie que carezca de sensibilidad hacia la belleza en el sentido más general de la palabra, porque me parece que no podría apreciarlo en toda su amplitud. Pero, por otro lado quizás sea una buena manera de comenzar a hacerlo. Quien quiera una lectura agresiva, visceral y descarnada... bueno, este no es su libro. Muriel Barbery toca de otra manera, sutil, discreta y ligera, que puede ser igual de profunda (o más). Es como la brisa que mece las hojas naranjas de otoño, o como el olor de una taza de té.

El veredicto es un 9. Y una cosa más, por favor, no veáis la película... lo único que hace es ensuciar la historia y no merece la pena.

¡Muchas gracias por su atención! Se levanta la sesión.

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