Se abre la sesión,

26 feb 2015

"Pigmeo" Chuck Palahniuk

Decir Chuck Palahniuk es casi equivalente a decir "El club de la lucha" pero, sin restarle mérito a esa magnífica novela, conviene recordar que este polémico autor cuenta con muchas más balas en su recámara literaria. "Asfixia" o "Snuff" son locos ejemplos de ello, de los que bien podemos hablar en otra ocasión (desde luego, hay de qué hablar) . Pero hoy el que he terminado de leer es "Pigmeo", uno de terroristas, neurotoxinas, capitalismo, dictadores y adolescentes hiperhormonados.


"Pigmeo" es una sátira. Y como tal, contiene todos los elementos rocambolescos y estrambóticos que se pueden esperar de ella. Pero no se queda ahí, sino que va un paso más allá: la "ida de olla" del autor impregna desde la historia hasta la escritura, pasando por los personajes y la misma forma del relato (una especie de informe militar que convierte a ésta novela en un relato epistolar). La mezcla de unos momentos cómicos y otros de una crueldad y tristeza infinitas hace que la lectura se convierta en toda una experiencia, no apta para lectores mojigatos o sensiblones.

La historia básicamente trata de un grupo de terroristas procedentes de una nación comunista-totalitarista indeterminada que planean llevar a cabo un atentado masivo en los Estados Unidos de América. La particularidad es que estos mortíferos agentes estatales se encuentran en plena adolescencia y, claro, esto suscita una serie de problemas; erecciones inoportunas, relaciones interpersonales complicadas, amoríos juveniles... son solamente la punta del iceberg de este retorcido relato que, sin embargo, va esclareciendo el embrollo de la vida de Pigmeo a través de recuerdos y anécdotas para conducir al final.

El personaje de Pigmeo presta sus ojos al lector, y toda la acción la apreciamos a través de él, con el filtro que su educación de militar de élite y un cierto candor e ingenuidad respecto al mundo ponen en su manera de entender las cosas. A pesar de que es presentado como un brillante brazo del Estado al que pertenece, desde el principio se puede apreciar que es una persona compleja, un niño al que han machacado y moldeado para convertirle en un arma y que ha desarrollado en el proceso una gran profundidad de pensamiento, de la que él mismo parece ser ignorante. A lo largo del relato podemos apreciar su crecimiento personal, si bien el cambio no es tan drástico; se trata más de sacar lo que lleva dentro.
El resto de personajes son esbozos, caricaturas grotescas reforzadas por el vocabulario irreverente y descriptivo de Pigmeo (la madre-huésped-pollo, el hermano-perro-cerdo... etc.). Solamente algunos de ellos son más desarrollados, como ocurre con la hermana-gata o con el malogrado matón Trevor Stonefield, pero en general lo importante no es el personaje en sí, sino lo que éste representa, el rol social que desempeña en el sórdido teatro de la vida típica del medio oeste americano.

La escritura es densa, difícil, retorcida, terriblemente agresiva. Me fascinó desde el primer momento. Utilizar los elementos no narrativos para reforzar la historia es siempre un gran acierto, sobre todo cuando se hace de una manera tan fantástica. ¿Por qué dar mil vueltas a la hora de decir una frase sencilla? Porque Pigmeo lo piensa así. Porque su lenguaje (y al estar escrito en primera persona ésto es lo que es) es un reflejo de su condición de superdotado, de su procedencia, de su pasado, de su holismo (se refiere a él mismo como "el agente-yo"), de lo confuso y desagradable que es el mundo para él a veces, de lo crédulo que es otras (como ocurre con el "spa" de hombres)... de lo extranjero que es, al fin y al cabo.
Las citas de revolucionarios, guerrilleros, dictadores y demás gente de la misma calaña forman también parte de la curiosa forma lingüística de esta historia. La escritura es agresiva. Es descarnada. Sin medias tintas describe horrores y situaciones cotidianas con el mismo tono. Es una locura tan genial que dan ganas de aplaudir cada vez que acabas una página... mientras cierras el libro tratando de digerirla.

Así, entre situaciones extravagantes y recuerdos de la formación, Chuck Palahniuk le da un buen repaso tanto al totalitarismo socialista como a la sociedad de consumo masivo capitalista. Quizás cabe reprocharle en cierta medida que es bastante benévolo con esta última... cierto que queda ridiculizada, pero al final no puede evitar dejar al lector con la sensación de que "vivimos en el mejor de los mundos posibles" (sea esto bueno o malo). Pero eso queda al juicio particular de cada uno.
También es posible destacar algún cabo suelto argumental, elementos que no acaban de ser comprensibles del todo, aunque puede que una relectura ayudase a esclarecerlos. Y el final convence pero quizás cae en convencionalismos. No añado nada más.

Por lo pronto, sólo decir que es un gran libro, recomendado a quien esté cansado de no sorprenderse ni escandalizarse por nada (y tenga ganas de emociones fuertes) y haga gala de una mente bastante abierta. Absténganse los que ostenten una ideología radical o los que no soporten la sordidez y la crueldad en la narrativa, para ellos habrá otras lecturas mejores. De nota, un 8,25.
Cerramos con esto la sesión, ¡un saludo, lectores!

No hay comentarios:

Publicar un comentario